El Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFETEL) declaró la semana pasada a Televisa y Telmex como “agentes económicos preponderantes” con el propósito de acotar el poder de estas empresas y abrir a la competencia los mercados de televisión y telefonía.

Son parte de grandes cambios que podrían llevar a una diversificación y democratización, en medio de la incertidumbre por la falta de definición en las leyes secundarias de la reforma en telecomunicaciones.

95% de los hogares en el país cuenta con un televisor, y de ellos 4 de cada 10 tiene televisión por paga. La televisión –dominada por Televisa y TV Azteca- es uno de los medios más influyentes en la sociedad mexicana: construye opinión pública, determina valores y arquetipos sociales, pesa fuertemente en las preferencias electorales de los ciudadanos, legitima o desautoriza actores políticos o gubernamentales. 85% de los mexicanos todavía se informa de los que sucede en México y el mundo a través de sus señales.

Se licitarán dos nuevas cadenas de TV abierta, y el IFETEL no cierra la puerta a la participación de Telmex o de los monopolios radiofónicos. Ello genera legítimas dudas sobre la posibilidad de que los consumidores puedan acceder a futuro a contenidos de mayor calidad.

Todos anhelamos una televisión alternativa como la que hoy vemos en Europa, volcada a la discusión de los temas públicos, la protección del medio ambiente, la promoción del arte y la cultura, los valores de la tolerancia, la solidaridad, la paz y el respeto a la diversidad. Una televisión inteligente, creativa, que no se dedique a replicar programas hechos en otros países, sobre todo Estados Unidos, nuestro gran referente mediático, que enaltecen la competencia, el éxito personal por encima del interés de la comunidad, la frivolidad y la violencia.

En lo que respecta al sector de la telefonía, donde Telmex y Telcel controlan el 80% del mercado de telefonía, la resolución del IFETEL abre nuevas oportunidades.

Los operadores preponderantes tendrán que vender sus dispositivos desbloqueados para migrar con mayor facilidad a otras compañías; se acaba con la abusiva figura del roaming que obligaba a los usuarios de celulares a pagar un sobreprecio al cambiar de área de servicio o de región.

En un país donde 87% de los mexicanos cuenta con un celular, y donde los celulares inteligentes representan una alternativa creciente para acceder al Internet y su valor agregado, la medida del IFETEL tiene un impacto significativo.

En la resolución del IFETEL se dejaron importantes huecos, uno de ellos es el de los costos de la interconexión a las redes de Telmex y Telcel que es una vía por la cual el monopolio de Carlos Slim podría mermar a sus competidores. Telmex argumenta que la creación de esa red les ha costado grandes inversiones, sin embargo, como lo han señalado diversos analistas, después de 20 años de precios de monopolio y altísima rentabilidad, esas inversiones ya quedaron amortizadas.

De fondo, estamos asistiendo a una lucha feroz entre Televisa y Telmex por quedarse con un pedazo del mercado que domina su rival.

Faltó también en la resolución del IFETEL el tema de las tarifas de acceso al Internet de banda ancha, sin lo cual toda pretensión de construir una auténtica sociedad de la información se quedará en el camino.

Las voces de la sociedad, los analistas y los académicos han sido centrales para crear conciencia sobre la necesidad de quebrar el férreo control de los monopolios en el sector de las telecomunicaciones. Hoy, los ciudadanos no podemos dejarle las decisiones exclusivamente a la partidocracia y sus representaciones legislativas. Es la hora de seguir hablando fuerte.