Ante los escasos resultados de los gobiernos tradicionales y sus cada vez más elevados costos, que han provocado que los ciudadanos pierdan la confianza en ellos, algunos han optado por usar la tecnología para ganar eficacia y eficiencia, ser más transparentes y abiertos, combatir la corrupción y transformarse en más inteligentes.

El uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones se ha convertido en una respuesta para diferentes gobiernos del mundo desde finales de los años noventa. A este modelo se le ha nombrado de diferentes maneras: gobierno electrónico, gobierno digital o gobierno inteligente.

De acuerdo con Wikipedia, por gobierno digital podemos entender como “el uso de dispositivos tecnológicos de comunicación, como computadoras e Internet, para proporcionar servicios públicos a ciudadanos y otras personas en un país o región. El gobierno electrónico ofrece nuevas oportunidades para un acceso ciudadano más directo y conveniente al gobierno, y para la provisión de servicios gubernamentales directamente a los ciudadanos”.

En general se puede concluir que prácticamente todos los gobiernos de territorios de tamaño mediano en adelante, y algunos pequeños, han utilizado la tecnología en sus procesos de gobierno o de atención al ciudadano, con diferentes resultados. Dentro de este contexto, destaca el caso de Estonia, parte de la ex Unión Soviética y hoy de la Unión Europea, que tiene un territorio de 45 mil km2 y 1.3 millones de habitantes.

Estonia decidió en 1997 convertirse en el país líder en el uso de la tecnología y lanzó la iniciativa Tiigrihüpe (Tiger Leap) para lograrlo. Sus dos acciones iniciales fueron la rápida expansión de las redes de acceso a Internet para que la población se pudiera conectar y un esfuerzo ambicioso y decidido por alfabetizar a su población en el uso de Internet y las nuevas tecnologías.

En el año 2000, este país fue el primer país en el mundo en declarar el acceso a Internet como un derecho humano y cubrió el territorio con redes de acceso WiFi gratuitas para cumplir con ello. A partir de 2002, todos los ciudadanos contaban con una tarjeta de identificación digital para facilitar su identificación en el mundo digital. A la fecha, 99% de los estonios cuenta con una tarjeta de identificación digital que les da acceso a más de 2,600 trámites y servicios en línea.

Entre los proyectos más exitosos de e-Estonia destacan:

  • Mejora en la eficiencia del gobierno: El uso de la tecnología le permite ahorrar 844 años de tiempo de trabajo cada año y 2% de su PIB anual.
  • iVoting: La mitad de la población vota de manera electrónica y puede hacerlo desde cualquier parte del mundo. El elector puede cambiar el sentido de su voto tantas veces guste y solo se toma en cuenta el último registrado.
  • e-Health: 99% de las recetas y los expedientes médicos se gestionan en línea y están a la mano de los médicos.
  • e-Tax: Es un sistema fiscal adoptado por 98% de los ciudadanos y permite realizar la declaración de impuestos en tres minutos.
  • e-Business: Este sistema permite crear una empresa en Estonia en menos de tres horas desde cualquier parte del mundo, aún siendo extranjero. Actualmente hay más de 13,000 empresas creadas digitalmente por extranjeros para operar en el país.
  • e-Resident: Es un sistema que permite adquirir la ciudadanía estonia a distancia a través de invertir en el país. Al momento, existen 70,000 e-Residents (https://bit.ly/3tXTqMA).

Un buen indicador del impacto de la transformación digital de Estonia es el crecimiento de su PIB. En 1997 tenía un PIB anual de 4,548 millones de euros, cifra que alcanzó los 27,440 millones de euros en 2020. ¡Un crecimiento seis veces más en 13 años!

No cabe duda que frente a los problemas de los modelos de gobierno tradicionales que resultan ineficaces, ineficientes y muy costosos, la tecnología aplicada de manera ordenada e inteligente puede ser una opción muy rentable, tanto por los beneficios que ofrece al ciudadano, como por el efecto positivo que ofrece a la economía y al nivel de bienestar de las personas.

México ha intentado convertirse en un gobierno digital desde el año 2000, pero la falta de liderazgo, conocimiento especializado y de planes de mediano y largo plazo han truncado los esfuerzos. En la actualidad poco se oye en la administración federal sobre ello. Las excepciones son algunos estados y municipios. Una gran oportunidad que estamos dejando ir.